Como dice
Es el caso de
Se trata de un cuerpo de poemas al que se les ha encargado la tarea de compartir las cargas que arrastra la autora, y así vemos como su poesía nos transmite la sensación de impotencia vital, un estado casi apático en el que la voz de los poemas parece estar a la deriva, siempre dejándose llevar, casi sin reacción, por su entorno; los elementos son los motores de su actividad, la brisa, el viento y el mar la arrastran «Tant lleugera que tota combulsió tan sols em trasllada», «sense escales, […] caient, caient».
Esta quietud es buscada: «un cop d’instint m’aferra a la mà […] i quedo arquejada, tensament serena», «I ara descanso», «M’obligo, em recullo, si no sé què fer, no faig» pero tiene su peso; «sóc un soldat arrasat, esgotat, encendrat.», «Sóc una antiga valenta que sospira pel que va ser i no s’acostuma a veure desemparada del seu valor».
La falta de poder la encoge y se siente «petita i no ho vull», «amb la por de saber-me fràgilment fràgil», pero algo en su interior busca la ruptura de esos estados anímicos paralizantes, «Per mi la vida ha de ser el que jo vulgui», porque no «s’hi acostuma perquè de la valentia li ha quedat l’orgull», así, cuando encuentra el cambio, lo abraza: «y todo me habla de cambio… y digo: está bien, ¡adelante!».
«La soledat és com un nen:
si li dic que no m’agrada
es queda;
si veu que ja m’està bé,
s’avorreix i se’n va.»
Una primera obra con la que