Tras el fin de la dictadura de Franco, en España comienza un proceso de transición hacia la democracia en el que, casi de golpe, muchas personas, sobre todo las que terminaban su adolescencia en esa época, se vieron montadas en un tren que había partido en otros países hacía ya muchas décadas. Poco se ha estudiado sobre las mujeres que se encontraron unas libertades no enseñadas y que se veían casi obligadas a disfrutar.
Es precisamente esta falta de historiografía la que llevó a Lola López Mondéjar a escribir La primera vez que no te quiero, donde a través de la narración de Julia, la protagonista, iremos pasando por los eventos más significativos de la España de los años ochenta y viendo cómo el país va aprendiendo a madurar en un nuevo contexto al mismo tiempo que la propia Julia intenta encajar en este nuevo orden. Julia no quiere cometer los errores de la generación de su madre; sin embargo acabará cometiendo los errores propios de su generación como es normal en todo proceso de desarrollo personal en cualquier época.
Pero esta novela no es una lección de historia, ni un estudio de la mujer de la transición, es la historia de Julia, una chica que quiere ser revolucionaria, que ante todo quiere conectar, con su familia, con sus parejas, con ella misma, con el mundo en el que vive en el que quiere encontrar: «un lugar único, mío, un espacio construido exclusivamente por mí«. Julia vivirá sus experiencias, su definición como mujer, en Italia, Grecia y finalmente España.
La primera vez que no te quiero es una novela que se disfruta independientemente de la trama o la ambientación, bien escrita y estructurada con saltos en el tiempo que propician una lectura dinámica.
Lola López Mondéjar ha creado una narración ágil y fluida, casi veloz, llena de reflexión y hasta sabiduría. Una escritura que da ganas de leer más obras de esta autora no tan conocida aún por el público.
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