Desde La Magdalena leyendo de Rogier Van der Weyden —algunos cuadros podrían ser anteriores, pero este es uno de los más famosos ejemplos de mujeres leyendo— las imágenes de mujeres leyendo han llenado la iconografía del arte; en los inicios como muestra de una situación en la que la mujer lee, más tarde incluso como fascinación erótica.
Con la llegada de la fotografía se dispara la producción de imágenes de mujeres con libros pero, en su mayoría, las mujeres en tanta cantidad de fotos que hoy en día podemos encontrar, suelen estar posando como que leen.
Carrie Schneider (Chicago, 1979) es una artista afincada en Nueva York que a lo largo de dos años (2012–2014) se dedicó a dar forma al proyecto artístico multimedia Reading women1 en el que grabó en vídeo y fotografió a cien de sus amigas y conocidas leyendo.
Una de las características más definitorias de este conjunto de imágenes es el hecho de que estas mujeres no están posando sino que están, realmente, leyendo durante la captura de las instantáneas que conforman Reading women, con lo cual, si antes hablábamos de erotismo, esto es, directamente, pornografía —si sueles leer poco entiende esto como una metáfora, si te gusta leer ya sabes de qué estamos hablando…
Para Schneider «observar a otra persona leer es una experiencia increíblemente íntima […] Hay algo poderoso y poco frecuente en la intensidad de la concentración que se experimenta mientras se está leyendo»2
La serie fotográfica no solo analiza el momento íntimo de la lectura, cada mujer fotografiada es una artista leyendo a otra artista, una conexión que intenta reivindicar la labor de las mujeres en el arte. La fotógrafa sintió que quería reducir también la dominancia masculina en la cultura y la falta de visibilidad de las mujeres en el arte.
Para dotar de realismo las imágenes, decidió pedir a un conjunto de mujeres que escogiesen un libro para la sesión, se citó con ellas en sus propios hogares o estudios de trabajo, colocó una cámara de vídeo y una fotográfica a una distancia prudencial, y les requirió que leyesen al menos durante dos horas seguidas. El hecho de alargar la sesión tanto, permitió que las mujeres se olvidasen de la existencia de las cámaras y leyesen de una manera natural mientras la artista capturaba el verdadero acto lector.
Cada retrato está titulado con el nombre de la mujer lectora y el título del libro leído; así, tenemos Maria leyendo a Antonia Palacios (Ana Isabel, Una Niña Decente, 1949), Rachel leyendo a Joan Didion (Democracy, 1984) o Kira leyendo a Mary Shelley (Frankenstein, 1818).
Además de las fotografías de las mujeres leyendo, se creó un libro para acompañar cada exposición en el que se muestra el libro visto desde la perspectiva subjetiva de cada lectora, abierto por la página en que pararon la lectura.
En las muestras, además, se proyecta un vídeo resumen de todas las mujeres leyendo. Como la pornografía e Internet van de la mano, te mostramos este momento íntimo en una breve muestra (en las exposiciones el vídeo editado a cuatro horas se proyecta en un bucle).
La próxima exposición, de momento, está fijada para el 2016 (del 12 de enero al 17 de abril) en el Museo de arte de Haggerty, Milwaukee. Ya, que no hace muy buen tiempo en Milwaukee en esas fechas, que no vas a ir. Te entendemos, no vamos a ir a verla tampoco, no por nada, pero es que, entre otras cosas, Milwaukee está entre las diez ciudades más peligrosas de EEUU.
En el portfolio de Carrie Schneider puedes ver una amplia selección de fotografías del proyecto.
Te pediríamos que compartieses una fotografía tuya leyendo, leyendo de verdad, pero entendemos que es demasiado indecoroso pedir algo así, así que, por lo menos, dinos en los comentarios cuál es tu sitio favorito para leer —eso sí lo podemos pedir ¿no?.
Notas
- «Reading women» puede ser traducido como «mujeres leyendo», en su sentido más obvio, o como «leyendo mujeres»; un doble significado que encaja con la naturaleza de este proyecto.
- «Watching another person read is an incredibly intimate experience […] There’s something powerful and rare in the intensity of concentration experienced while reading». Para la revista New Yorker 8 de octubre 2012.
Me encanta este proyecto que terminó siendo exposición. Mi sitio favorito para leer es una vieja poltrona cerca del balcón de mi apartamento.
Probablemente cualquier sitio que alguien escoja para leer va a parecer genial siempre; pero desde luego el tuyo suena bien.
La cama, el sofá o una mecedora en el balcón (hasta que mi perra se adueñó de la mecedora y del balcón).
Qué proyecto tan genial <3
Pues porque no tienes gatos, porque se habrían apoderado de la cama y el sofá también. No preguntes por qué sabemos esto…