Mi hermana Elba
Cristina Fernández Cubas
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Pocas veces el primer libro de un escritor nos depara sorpresas tan agradables como en el caso de Mi hermana Elba.
Cristina Fernández Cubas no ha caído en la tentación de innovar o experimentar con el lenguaje, sino que ha llevado a término una pretensión bastante más infrecuente: utilizar las técnicas del relato corto para contarnos cuatro historias sorprendentes por su temática y su originalidad.
Del intrincado laberinto de la ventana del jardín —posiblemente el relato más inquietante—, o el vampirismo espiritual de dos mujeres encerradas en una granja alejada (¿Quién no oculta una Lúnula y una Violeta en sí misma?), la autora nos adentra en el onírico muando de una adolescente de doce años.
Mí hermana Elba, sin duda el relato más conseguido, es mucho más que un simple «cuento infantil», o una sucesión de recuerdos encadenados a la luz de un viejo diario de piel enmohecido por el tiempo. Detrás de Elba se baila todo un mundo, cruel enigmático y mágico como la adolescencia misma, un mundo sutilmente velado por el tono tranquilo de la narración y de cuyo impacto nos relajaremos sólo con la lectura del Provocador de imágenes: último relato del presente libro y lluvia final de «imágenes», antes contenidas o esbozadas, ahora desenfadada y llanamente ofrecidas al lector.
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