Gritos verticales
Gracia Iglesias
Consíguelo
En el País de la Poesía las palabras se tocan al compás de telarañas audaces, tejen imágenes secretas y conectan neuronas con igual tranquilidad con que mi madre preparaba el sofrito. Ahora bien, del mismo modo que no todas las madres saben preparar un sofrito oloroso y lleno de sabores que va a ser la base de cualquier guiso, tampoco todos los poetas conocen el País de la Poesía. Ese espacio ignoto del que todos hablan como del supermercado de la esquina, pero al que por razones en estudio no puede entrar cualquiera, porque cualquiera no
lleva las alforjas conectadas de los dos hemisferios, ni un pueblo en los bolsillos, ni la lluvia en los labios, ni muchísimo menos el diccionario arco-iris de las hadas y los gnomos, ese como diccionario masónico que incluye anexos de grutas y de antónimos.
Gracia Iglesias es el personaje alado del cuento a quien las imágenes le crecen en los dedos con la misma sencillez que la hierba en el campo del otoño, la facilidad de los elegidos, sabes que eso que estás leyendo es totalmente nuevo pero viene de lejos, te asombra la imaginaciónmixtura del lenguaje y te asombra esa mitología –tan propia, tan mestiza– que ha volcado en sus libros.
Después de la ironía en Confieso que soy humo, del espléndido Aunque cubras mi cuerpo de cerezas, entreverado todo él de composicionespiezas de uno, de dos o tres rabitos, cerezas como frutas talladas a cincel y a la vez frescas, y de la creciente experimentación en Distintos métodos para hacer elefantes, con este Gritos verticales Gracia se afirma en su voz pero inicia un –otro– camino. Ya el título se ha despojado en comparación con los anteriores, es más escueto y, sobre todo, aparece esa palabra, gritos.
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