Bueyes y rosas dormían
Cristina Sánchez-Andrade
Consíguelo
Con su viento rojo y su mar apretado, el Convento de las Novicias, el Bosque de los Helechos y la ballena blanca encallada en la playa, Pueblo es un lugar donde los gatos nacen ciegos, las cebollas crecen dulces y la felicidad pasa como los bueyes, tropezando a ratos en la calle. Fue allí donde un día el mar regurgitó a uno de sus ahogados para convertirlo en porteador de novias y envenenar con su recuerdo el destino de una mujer. Muchos años después, la vieja Idalina se alivia cavando agujeros en el jardín, enterrándose en la tierra memoria, en la tierra lombriz. Junto a ella, una galería de personajes igualmente sugerentes: una monja que ansía ser madre, el niño Lucas, su hermana Blanquita, inocente y puta, y, finalmente, el idealista Federico, al que un enano vendedor de sangre le enseña que la expectación es el presente del futuro y que los sueños, a veces, los traen los trenes.
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