Gángsters y sus macabros chistes; periodistas en las trincheras que se juegan la vida y, en ocasiones, la vergüenza; mentiras oficiales, y jóvenes ex soldados que suspiran por un visado que los teletransporte a cualquier lugar en el que las casas tengan tejado y los trabajos, un sueldo a fin de mes. Todos ellos expresan su miedo al futuro, pero también sus enormes ganas de vivir, en las cartas que les dirijo como corresponsal de posguerra desde Irak, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Cuba y Argelia. En este libro, tan pacifista como contundente a la hora de criticar la cultura de la violencia y la hipocresía de los organismos internacionales, se analizan además la naturaleza de las guerra actuales y sus consecuencias.