Almudena, tras una juventud "progre" —su pérdida mayor se llamó Diego—, optó por tener una hija, Clarisa, cuyo padre hasta ella misma prefiere desconocer: Diego fue el amor del que "los demás" serán solo escasos y fugaces reflejos.
Tras conseguir una plaza de funcionaria de la Comunidad Europea, desde Bruselas, donde vive con Clarisa velando entre ambas por un rosal cuya floracion se adivina casi tan imposible como la perfeccion o la felicidad, Almudena decide escribir su presente y fijar el pasado. Entonces todo empieza a agitarse: Serena, su hermana pequeña, cae en una misteriosa enfermedad que la precipita del vacío hacia la muerte; el futuro se tambalea; el presente deja de ser hospitalario para convertirse en una opresiva amenaza; el pasado estalla con violencia... Y todo se hará aún más dificil tras unas llamadas anónimas que obligan a Almudena a temer por Clarisa.
Testimonio del mundo helado de los funcionarios "europeos" y el despilfarro burocrático, El oro y el moro es, a la vez, un canto a la mujer fuerte que se hace a sí misma, sí, pero que sigue estando necesitada: un canto a la fragilidad de los fuertes.