La persecución del verano perpetuo; la ingenua pretensión de llegar a olvidar que los viajes, como la felicidad, son efímeros, provisionales; el traslado incesante de un punto a otro del planeta con el afán de descubrir un lugar al que poder llamar hogar; Italia, París y Londres; el amor que no se valora hasta que está a punto de desaparecer para siempre por una carretera solitaria y mal iluminada… Los personajes de Viajes inocentes desean continuamente estar en otra parte, hacer lo que no hacen y poseer lo que no poseen. Son nómadas impenitentes, eternos insatisfechos, que esperan que no finalice nunca la temporada de baile o un fin de semana que lo puede cambiar todo porque los espacios cerrados, de repente, se van a abrir inmensamente.