Un delicioso cuento infantil en el que, en efecto, ella es gorda y de porcelana, y va a causar un efecto demoledor (aunque a la postre benéfico) en el triste pasante de un notario cuando la vea en el escaparate de un anticuario. Va acompañado de unas ilustraciones, no menos deliciosas que el texto, del dibujante Fernando Krahn.